La industria cultural se refiere al sistema de producción y de publicidad que se da al arte y a diferentes manifestaciones del mismo, publicidad que se da a las masas para que puedan ser controladas y así se vuelvan consumidores autómatas sin cuestionarse ni siquiera el tipo de música, expresión artística o fenómeno cultural que van a apreciar.

Cualquier forma de expresión es cooptada por el mercado y manufacturada para la venta masiva. La industria cultural afecta en todos los niveles, la gente deja de pensar y de cuestionar, se pierde la capacidad de creatividad. La cultura también e ve afectada, hasta tal punto que, toda manifestación es semejante, esta “digerida” y es de fácil comprensión para divertir y entretener.

Actualmente, la televisión ha alcanzado niveles de masividad que no eran imaginables. No hay posibilidad para dudar que la televisión es el ejemplo perfecto de la industria cultural, existen programas donde recomiendan cultura, pasan spots donde se muestra la música que esta de moda y esa es la música que se debe escuchar. Lo que esta de moda se ha vuelto lo que es bueno, no importa si una semana después de olvidara, no existe la originalidad, todo esta generalizado para crear una sociedad con gustos homogéneos para poder vender la cultura. Igual en la radio, los medios impresos y demás.

La cultura ha llegado a un estado donde no se admira para disfrutar, donde no hay placer ni posibilidad de individualidad. A los consumidores gusta la misma música, la misma pintura, las mismas películas. En realidad ya nadie busca conocer algo diferente, algo especial y que salga de la moda. Ademas cualquier forma de hacer “contra cultura” es rápidamente cooptada por el sistema para ser rápidamente producida etiquetada y masificada.

La industria cultural ha llevado a la sociedad a un circulo vicioso, donde la cultura se ha vuelto un producto que es presentado a los consumidores, a través de la publicidad y los consumidores, creyendo que es lo que desean, piden esa cultura. La industria ha logrado moldear a sus consumidores como le place, para cumplir su ideología que es el negocio.

Si bien la situación es lamentable, y una impresionante mayoría de personas cae en este circulo de la industria cultural, no dejan de surgir nuevas formas culturales que aun no han sido captadas por el sistema. El problema radica en que si se llega a generalizar un nueva manifestación lo suficiente como para constituir un nicho de mercado, la industria cultural entra rápidamente a ofrecer “productos culturales” a precios bajos y fáciles de acceder.

¿Cuál puede ser la solución? En un mundo donde los derechos de autor son la única manera para resguardar la cultura, la solución podría recaer ahí, lo triste es que los derechos de autor son en si un sistema industrial, entonces a que ideas podemos recurrir para mantener a flote una verdadera cultura. Lo mas simple es tratar de hacer nuevas manifestaciones, en constante desarrollo, y sacar tanto jugo como podamos antes de que se vuelvan una cajita feliz o una playera made in china. Hay que aprender a usar el sistema pero sin que el sistema nos use a nosotros. Innovar y crear continuamente sobre una base de cultura que tiene que ser colectiva, pero que sea colectiva por su verdadero valor, no el impuesto por un sistema de valores consumistas.

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Jose Puig

FUENTE:  Horkheimer Max y Adorno Theodor, La industria cultural, En: Dialéctica del Iluminismo, Sudamérica, Buenos Aires, 1988, pp. 165 – 212-