Un post que pretende continuar la discusión sobre los mundos cuasiperiodísticos de Spota.

Pía Gómez me hizo muy feliz la semana pasada con su Unedited sobre Spota por lo que quiero compartir con ustedes el lado mágico que tiene su realismo en La carcajada del gato. Buscándolo y no, el periodista nos hace pensar sobre el grado de egoísmo y maldad que llega a tener el hombre en su interior. Pero también tiene la sutileza de mostrarnos que detrás de todos esos actos reprochables hay una gran maraña de causas, por lo que establecer lo que está bien y mal en cada caso es una tarea que toma mucho tiempo y dedicación.

Finalmente de eso se trata, de que ningún personaje sea completamente bueno o malo a simple vista. Claro que en el caso de La carcajada del gato tengo muy claro que uno de ellos está mal, muy mal y no creo que sea la única. La historia se acerca mucho a casos reales de incesto y privación de libertad de familias  a lo largo del mundo. En la mayoría de los casos es el padre quien ejerce ese acto de violencia familiar, a menudo con ideologías viciadas que creen verdaderas y absolutas.

En 1959 en la Ciudad de México salió a la luz el caso de la familia de Rafael Pérez Hernández quien encerró a su familia por 20 años, mantuvo relaciones incestuosas con sus hijos y los sometía a sus normas entre las cuales destaca la privación de salir o de conocer el mundo exterior. En 1964 Spota publica el libro del que estoy hablando, en el que más allá de exponer la posible situación en la que vivía la familia retrata la perspectiva que tenía cada uno sobre el pequeño mundo en el que estaban confinados a vivir.

Desde ese entonces la novela se ha convertido en una ventana para todos aquellos que busquen ver, entender o imaginar qué pasa con una familia que se desenvuelve de esta manera. Lo triste del libro es que no es fruto solo de la imaginación del autor, sino que tiene fundamento en hechos reales y si lo volvieran a lanzar masivamente en las librerías seguiría contando un hecho vigente: hay más familias con historias de abuso de las que quisiéramos admitir.

Niñas y adolescentes engañadas y secuestradas, controladas por medio de la violencia y comúnmente bajo un ideal de perfección o de bien. Algo que se percibe en esta clase de historias es que el agresor considera que obra adecuadamente y que su familia no es capaz de ver ese bien (es como si pensaran que la negación de los familiares por participar a sus actividades fuera equivalente al gusto de los hombres ignorantes por los bienes materiales y perecederos, quienes no pueden ver que sin ellos podrían alcanzar un bien supremo y eterno). Como ejemplo está el caso de un padre en Yukon (http://news.nationalpost.com/2012/08/31/yukon-incest/) quien proclamaba que Dios le había permitido actuar de manera incestuosa.

En la Ciudad de México surgió otro caso, en Iztapalapa en la que el padre tuvo en cautiverio a su familia por 7 años (http://www.razon.com.mx/spip.php?article90942) y un caso que recuerda el que motivó a Spota a escribir La carcajada… es el de Josef Fritzl (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2008/04/28/actualidad/1209333603_850215.html) quien confesó ser el padre de siete niños nacidos en un calabozo, tras violar a su propia hija.

Pero la magia de Luis Spota va más allá de la difusión de estos eventos, el gato de su novela es real. Tiene un papel importante en la historia, es el elemento ficticio que nos ayuda a comprender mejor la realidad. Claudia una joven adolescente se enamora de Lázaro, un hombre maduro, serio con ideas que guarda para sí mismo y que nos deja ver por partes a lo largo del relato. Sus hijos Yuri, Job y Momo no conocen el mundo exterior y como único universo tienen el que su padre les ha construido.

Claudia deja de ser considerada una novia, amante, siquiera una mujer deseable, al tener sus hijos la belleza de su juventud es olvidada y solo queda un cuerpo compuesto por recuerdos un esqueleto y piel. Su mente poco involucrada en las actividades que debía llevar a cabo en la casa tenía la libertad de traer a ella toda clase de pensamientos, su libertad estaba ahí, solo ahí. El gato aparece en la barda del jardín, como una provocación hacia Lázaro ay que es un elemento del mundo exterior, cosa que él lucha por mantener alejado de sus familiares; además ese gato le recuerda a Claudia que es una mujer, cosa que su antigua pareja le niega; pero lo más importante es que viene a sacarla de un letargo mental que tantos años de abuso le han infringido. Hay un mundo afuera, un mundo que conoce y al que debe regresar.

No puedo imaginar la fuerza que necesitaron Claudia y su hija mayor Yuri para hacerle frente a su situación. Pero estoy segura que siguen pensándolo. La crudeza de los hechos no son disminuidos por la presencia de un gato seductor que pone a prueba la fortaleza de Claudia. Puedo escuchar a ciertos lectores decir que leer novelas así es una pérdida de tiempo, que la realidad ya es bastante mala en las noticias como para además llenar su mente con los detalles oscuros de esos eventos. Otros dirán que libros así son escritos por personas que no pueden ver lo bueno y lo bello en el mundo, pero yo pienso que se equivocan, que si autores como Spota escribieron así lo hicieron porque sabían que existía algo más bello que lo que veían pero las manchas oscuras que dejaban estos eventos en su espíritu eran demasiado grandes para ser ignorados.

Es bueno recordar que en ciertas ocasiones el ser humano puede volverse un demente, que sus convicciones ideológicas lo pueden convertir en una bestia y que sobre todo rara vez se puede ver como tal al espejo. Casi el paraíso, la novela con un Unedited hecho por Pía, habla de un México lleno de magia que nadie ha podido gozar. Ni los políticos tiránicos que retrata la novela pueden gozar del paraíso, es una ficción que se han creado, la idea de un mundo en el que solo ellos sean reyes. Pero el mundo creado por los seres humanos es el más volátil de todos y siempre habrá quien levante la voz, cansado de permanecer con la cabeza baja. Quien saque del letargo a los mexicanos podría ser la carcajada del gato, podría y puede aún hacerlo.

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Chloe Nava