Recuerdo ese día como si hubiera sido el último. En cierta forma lo es, es difícil saberlo ahora que no existe el tiempo.

Tenia 8 años, una pijama de Batman y estaba comiendo mi cereal favorito cuando sonó el teléfono. Mi madre contestó, por la forma en que saludó a la persona que llamó supongo que era mi abuela o algún familiar cercano. Sólo recuerdo que sentí ese frío que recorría la espalda de mi madre. Sentí su mirada, sentí todo y nada, mi mente todavía no había tenido tiempo para hacer preguntas, pero mi intuición me decía que a partir de ahora, nada seria igual.

Mi madre colgó el teléfono y dijo “Tienes que irte”, por la forma en que lo dijo sabia que no era una broma o un castigo, ni siquiera una orden, sino una realidad. “¿A dónde voy?” pregunte, “Sólo tu puedes saberlo. Anda, vete y cualquier pregunta que tengas respóndela en silencio.”

“Pero ma, no me quiero ir” Estaba dándome la espalda, sabia que era mas duro para ella que para mi.

“Sólo vete y confía en ti”

Así que salí de mi casa. Agarre mi sudadera y salí. Caminaba por la calle sin rumbo alguno. Ahora este seria mi hogar, los caminos sin rumbo, bajo el techo celestial. Creo que mi inocencia me dio valor para enfrentar la incertidumbre. Justo en el momento en el que pude soltar la idea de regresar saque del bolsillo de mi sudadera un papel. Tenia una dirección escrita. Me lo había dado una señora muy amable dos semanas antes cuando estaba perdido en el supermercado. Me dijo que si algún día necesitaba algo no dudara en acudir a ella. Así que me dirigí a su casa.

Toqué a la puerta y me abrió esta señora. En el momento en el que me vio se iluminó una gran sonrisa en su rostro que me hizo sentir como si estuviera llegando a mi hogar. “Pasa, estamos acabando de cenar pero todavía queda algo de comida” y naturalmente pase. Estaba toda la familia sentada en la mesa, dos niñas, probablemente de mi edad o un poco mas chicas, un señor que creo que era su esposo, pero la persona que mas llamo a mi atención fue un anciano que estaba sentado en medio de la mesa. Digo anciano pero porque tenia el pelo blanco y un par de arrugas, y para mi eso era un anciano, pero emanaba de él una gran vitalidad, no se veía tan cansado como los adultos suelen verse, sino al contrario, se veía con mucha energía y mucha calma.

El lugar que estaba desocupado era la silla que estaba su lado derecho. Me fui a sentar a su lado. La señora me sirvió un poco de comida en mi plato, las niñas estaban haciendo preguntas sobre los planetas y el padre les respondía con lo que sabia. Al ver esta escena recordé lo que había pasado ese día. Recordé que de ahora en adelante estaba solo, sin madre que me sirviera comida en mi plato y un padre que me respondiera preguntas sobre lo que se encuentra fuera de nuestro planeta. Que mi infancia no seria como la de estas dos niñas. En ese momento me invadió la angustia, en ese momento cargue con la incertidumbre. Pero algo me llamó y voltee a ver al “anciano”, y al sentir esa paz que emanaba de su ser, ver su rostro sereno con esa mirada que reía, esos ojos sabios que veían el presente, me di cuenta que pasara lo que pasara, todo iba a estar bien. Que lo único que tenia que hacer es dejar que pase lo que tenga que pasar y aprender de mis reacciones. Aprender del silencio y del momento. Porque de ahí surgía toda su sabiduría, de estar presente. Claro que en ese momento no le di esta interpretación intelectual, fue mas como una respuesta telepática y silenciosa la que me dio, no podía decir que había pasado pero lo podía sentir, podía sentir paz dentro de mi.

Cuando acabe de cenar me llevaron al cuarto donde dormiría. Dormí como un bebé, y cuando desperté recordé donde no estaba. Salí del cuarto y no había nadie. Parecía como si no viviera nadie ahí. No había muebles ni nada, trate de hacer memoria haber si había visto algo antes pero solo me acordaba de las personas, la mesa y la comida. Ahí estaba la mesa y las sillas pero eso era todo. No sabia si había imaginado todo o si había pasado en realidad. Pero cual era la diferencia, si había tenido significado algo para mi, si fue algo que me había dado respuestas para enfrentar el mundo que se encontraba fuera de esa puerta. Y fue en el momento en el que salí de esa casa cuando desapareció el tiempo. Ese fue el ultimo evento que recuerdo que paso  en algún momento de mi vida. Todo lo que ha pasado después no tiene ubicación temporal, o por lo menos soy incapaz de discernirla. Es como si todo lo que ha pasado después de que salí de esa casa paso en el mismo momento, no se que ha pasado antes o después de que, pero eso no importa, lo que importa es el significado, y ese depende de mi interpretación.

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Anónimo