”No hay nada nuevo bajo el sol”

(Eclesiastés, 1.9)

Bienvenidos todos los dispuestos a leer dos cuartillas de mi opinión. Porque es solo opinión lo que leerán a continuación y considerando que estoy muy de acuerdo con ella, no hay mucho que hacer. Pueden hacer controversia con ella o pueden abandonarla a que se pudra en un hoyo lleno de toda la basura escrita en Internet por los siglos de los siglos.

Va.

Todos tenemos ese amigo que le gusta “adivinar” lo que va a pasar en una película, que cuando su profecía resulta verdadera se frota las manos en un acto nefasto de “te lo dije”. Es ese mismo amigo que veloz concluye que una película es una basura por el simple hecho de tener una estructura y fórmula. Tengo un mensaje para ti, amiguito: la estructura es parte crucial de contar una historia, y no eres mejor que una película si adivinaste el destino de la trama.

Hay obras que juegan con nuestras expectativas. El humor es, en lo más básico, esto. La incongruencia lógica es la base de la comedia. De un tipo de comedia al menos (el otro tipo de comedia viene de la empatía creo, y no es del tipo que provoca risa). No es gratis que los más sazonados escritores de cine hablen de estructura cada que un principiante les pregunta qué hacer. No se trata de reciclar historias (aunque sí, es de lo único que se trata la verdad: nada nuevo bajo el sol). Se trata de movernos usando solo un pedazo de tela cuadrado y aceites de colores. Se trata de darnos paja filosófica para masticar y después de días ni siquiera poder digerir usando sólo una guitarra, una batería, un bajo y cinco minutos. La estructura no te limita: te permite. Las reglas son diversión (queda claro en cualquier deporte). Y las fórmulas no son inherentemente buenas o malas, sea Eugenio Derbez o Terrence Malick. La basura viene de otro lugar.

Lo “sagrado”, origen de todo lo contemplativo, es rito. A veces sí, lo contemplativo es inesperado, y nos sorprende. Pero hay veces que queremos bailar. Y para bailar, discúlpenme, lo que mejor funciona es lo predecible. Chun chun, chun chun, chun chun , chun chun,… ¿Qué vendrá después? ¿Hacia dónde irán mis pies ahora?

Muy fácil…

La respuesta es: Chun chun.

Y así igual con la cumbia, salsa, quebradita, mambo. Carajo, el elegante vals.

Si caray, si queremos bailar necesitamos lo predecible. Aunque se llame reguetón.

Es como esas personas que son rápidos a juzgar una película como “aburrida” (la frase correcta, señores y señoras es “me aburrió”, porque el primer paso a ser personas buenas está en aceptar nuestra subjetividad). Y sí, nada es nunca pretencioso, ni aburrido, ni predecible. Y ninguno de esos atributos es válido. Esas tres palabras son la manera más huevona de decir que no podemos o no estamos dispuestos a aceptar una obra.

No por eso podemos ver emocionadísimos a los Avengers , incluso sabiendo que es obvio que van a salvar al mundo. Porque hace 500 años más de un “genio” en el teatro se volteó con su vecino de butaca y con una maldita sonrisa chimuela en la cara le dijo que Romeo y Julieta no iban a vivir felices para siempre. ¡No mames Shakespeare que mierda de historia hiciste!… No se trata de eso. Se trata de bailar con ellos. Porque hay obras para contemplar y hay obras para bailar (y las mejores, en mi opinión, hacen las dos cosas, Bolero de Ravel pa que me entiendan). Por eso podemos esperar como niñas pubertas ese one liner de Batman al que se le desborda lo cursi. Y por eso podemos ver con una sonrisota en la cara una escena de 5 minutos en Inglorious Basterds aunque sepamos que todos se van a morir al final.

Hay lugar para todo. A veces queremos que nos rompan la madre, y a veces queremos bailar. Igual cuando vas a cagar sabes perfecto lo que se avecina, incluso te preparas, te quitas los pantalones y te sientas, no por eso no va a ser lo más delicioso que te pase en todo el día (o lo segundo más delicioso, depende de cuánto te guste el tráfico).

¿A qué viene la película de Derbez? No sé. La verdad no la he visto y probablemente no la vea. Pero si la van a criticar pónganse creativos y no se valen los argumentos subjetivos, por favor, que mucho daño hacen a cambio de nada.

En resumen: no, lo predecible no degrada una obra, no, jamás. A la hora de la hora incluso el artista más vanguardista de todos era un técnico en lo que hacía y se subió a una estructura (que es lenguaje). Y no eres un genio por identificar la estructura de una historia, es una cosa básica de ser un humano. Tal vez la cosa más básica de nuestra psicología. Gracias.

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Jose L. Isoard

P.D. Disculpas a todos por la foto que acompaña a este artículo.