Si naciste entre 1980 y el 2000 eres parte de la generación Y. Aparentemente estamos un poco decepcionados del mundo que tenemos frente a nosotros y en el cual debemos vivir. Estamos deprimidos y no conseguimos alegrarnos por nuestros logros porque son inferiores a lo que esperábamos de nosotros mismos. No pedimos nacer y no pudimos elegir dónde ni cuándo. Estamos forzados a tomar un camino y diseñarnos, aunque no siempre partimos de cero.

Me ha llamado la atención la difusión que han tenido diversas teorías sobre esta generación a la cual pertenezco (aunque nadie se ha decidido aún en las fechas concretas que abarca). Ciertamente no tengo que enfrentar los mismos obstáculos que mis padres. Cuando yo solo entraba a la universidad ellos ya estaban lejos de casa lidiando con las complejidades del mundo. Cuando uno es estudiante se siente parte de una élite, cierto en la mayoría de los casos no se puede tener un trabajo con un salario decente, pero los días están dedicados al aprendizaje.

El estudiante está en un desarrollo constante de habilidades monitoreadas por más de una persona y con suerte son alentados a desarrollar talentos que quizá desconocían. Sin embargo, salir de esa burbuja no es sencillo. De entrada se aprende que gran parte de las cosas que nuestros profesores, con gran esfuerzo, nos hicieron entender, representan un pequeño porcentaje de lo que necesitaremos en la vida laboral.

El trabajo de mis padres rindió frutos: tengo una licenciatura y puedo moldear mi vida como me plazca. Sin embargo no entiendo cómo hacerlo. Todo lo que sé, todo lo que aprendí a lo largo de cuatro años no encuentra cabida en lo que tengo ante mí. Fui buena estudiante, cumplí con todo lo que me pidieron y no me salté ningún paso. Pero no entiendo qué sigue después.

Me cuesta trabajo decir que formo parte de una generación porque hasta cierto punto pienso que este problema no solo nos pasa a los adolescentes o jóvenes adultos de hoy. Sin embargo reconozco que la creciente complejidad del mundo político, empresarial, laboral, legislativo, económico y financiero actual puede ser desmotivante. También acepto que la facilidad que no s da la tecnología para producir objetos o cosas que antes requerían de una gran inversión en gente, tiempo y dinero pueden hacerse en un santiamén. A pesar de eso no siento que tenga cabida aquí ni en otro lugar y no culparé mi licenciatura en filosofía por ello, o tal vez sí, no lo sé aún.

Pero suponiendo que soy parte de la generación Y, que la realidad que enfrento está muy por debajo de mis expectativas y que esperaba destacar en sociedad por mi buen trabajo académico, puedo decir que mi panorama sobre la vida es bastante oscuro. Se dice que creemos en el éxito fácil más que en el trabajo duro y constante. Puede ser verdad, pero no me consta tampoco.

La percepción que tengo de mí misma como miembro de una sociedad depende de su estructura así como de mí. Se trata de una relación dependiente y constructiva en la que cada uno se entiende a sí mismo de acuerdo con las situaciones en las que se encuentra, las cuales cambian según la interpretación que cada individuo tenga de ellas.

Por lo que si creo lo que creo no es solo porque me guste la idea. La idea de hacerse del éxito de manera rápida puede ser una epidemia actual. Sin embargo, saber que para poder vivir medianamente bien en una ciudad como la de México, se necesita invertir casi la misma cantidad de esfuerzo y tiempo que el que dedicaron nuestros padres para vivir en mejores condiciones, es molesto.

De acuerdo con la interpretación que tenga de mí como estudiante, como empleada, como ciudadana, como hija, como amiga, etcétera es que me haré una idea de lo que espero realizar y el modo en que quiero hacerlo. Es decir, según la percepción que tenga de mí misma construiré mis expectativas y buscaré las herramientas para llevarlas a cabo.

Si me encuentro desmotivada y triste por no encontrarme un lugar en el universo que se acople a mí es porque no existe un equilibrio entre mis expectativas, mi autopercepción y la realidad. La culpa la tienen todos y no la tiene nadie. Lo que me constriñe no son los demás, sino mi incapacidad de salir de la idea que creo que los demás tienen de mí junto con sus expectativas, la idea que tengo de mí junto con sus ideales y de ver claramente las oportunidades que tengo a la mano.

Ciertamente muchas cosas me han llevado a pensar y actuar de la manera que lo hago sin que me haya dado cuenta. Pero también sé que hay cosas que no pueden explicarse por simple “causa-efecto” en mi forma de ser y vivir. La sociedad me ha construido pero yo también la he cambiado hasta cierto punto. Nadie ocupa un lugar en la estructura social sin cambiarla, aunque sea en algo muy pequeño (o sí y por eso existen historias como la del Proceso de Kafka y Bartleby the Scrivener de Melville). La discusión sobre el modo en que influyen individuos en la sociedad y viceversa sigue vigente. Habrá quien niegue la influencia del individuo en la estructura e incluso su capacidad de salir del marco que le ha brindado la sociedad. Pero nadie niega la influencia de la sociedad en las personas, incluso se encuentran afirmaciones de que cada uno está determinado por su contexto sociológico.

Claro no pienso que lo último sea real. Si lo pensara diría que soy una víctima de la sociedad y que por ser parte de la generación Y es normal que me sienta deprimida por la realidad vivencial a la que me enfrento. Pero no es así. No me gusta que nos hagan parte de un grupo cuya descripción no abarca a todos sus miembros. Resulta quizá fácil señalarnos de ese modo pero es una señalización errática. Compartimos una serie de eventos juntos, lo cual no permite decir que por ello una misma serie de palabras nos describen.

¿Se trata de una generación decepcionada o de un conjunto de personas con ciertas características la que se encuentra en ese estado? ¿Cuáles son nuestras proyecciones a futuro, si es que existen? ¿Cuál es nuestro lugar en la sociedad, si es que lo tenemos?

P.D. Este es el artículo que puso en movimiento a mis dedos en el teclado: http://www.waitbutwhy.com/2013/09/why-generation-y-yuppies-are-unhappy.html

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Chloe Nava