Para conmemorar sus 70 años, la Universidad Iberoamericana organizó el Coloquio internacional: El impacto social de la filosofía con invitados de todo el mundo, donde destacó la presencia de Thomas Pogge.

Fue alumno de John Rawls y actualmente dirige el Global Justice Program en Yale, es un filósofo con presencia en temas de pobreza, salud y equidad de género. Como su profesor, busca formas de erradicar la falta de oportunidades que surgen de vivir en condiciones de pobreza o aislamiento. Promueve organizaciones que busquen cubrir las carencias de ciertas comunidades, asegurándose que lo mínimo esté al alcance de esas personas.

Su ponencia dio inicio al evento y asistí con la misma emoción con la que uno va a ver a su músico, actor o pintor favorito. En realidad valoro quién sea que entienda el propósito de Rawls y busque mejorar la exposición de su teoría al mismo tiempo que la aplica. Otra estrella rawlsiana para mí es Amartya Sen, y sí, si estoy en el mismo país que él en cualquier momento de mi vida correré a escuchar lo que tiene que decir.

Volviendo al punto, una de las tantas cosas importantes que hace Rawls es diseñar un sistema de justicia que cuide los derechos y libertades de todos los miembros de una sociedad. Desde su primer obra, La teoría de la justicia, busca la manera de hacer que todos los integrantes de la sociedad tengan las mismas oportunidades para desarrollarse sin importar a qué clase social pertenezcan. Los menos afortunados de cualquier sociedad (ya sea por ser una minoría, estar en situación de pobreza, tener limitaciones físicas o mentales o ser dependientes como los niños y los ancianos, entre otras cosas) deben tener a su alcance los derechos y libertades necesarios para poder hacer uso de las oportunidades que un sistema de justicia les ofrece.

Sin derechos y libertades básicos garantizados para todos los miembros de una sociedad, nadie puede hacer uso pleno de las oportunidades que se le presentan. Tampoco puede aspirar a realizar sus planes ya que se encuentra atado a las condiciones de vida en las que fue puesto. Si le toca a alguien estar en una posición poco aventajada y no tiene garantizados sus derechos ni libertades por un sistema de justicia, lo más probable será que dependa de la bondad o maldad de las personas que lo rodean para realizar sus proyectos y tener las mismas oportunidades para desarrollarse que alguien en una posición más aventajada.

No entraré en detalles del libro, en primer lugar porque eso tomaría mucho tiempo y espacio, en segundo lugar porque Rawls no es mi tema principal ahora, sino la conferencia de Pogge. Él entendió lo que quería hacer su profesor y a través de su trabajo deja ver cómo es posible infundir esta primera idea de la Teoría de la justicia.

El profesor Thomas es un gran divulgador de los Derechos Humanos y su comprensión de ellos se aleja de la perspectiva jurídica. No son decretos, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no es un gendarme que castiga instituciones por cumplir o no estos derechos. Los entiende más bien como parte de un discurso histórico del que forman parte millones de personas. Cuidar de los derechos humanos es una labor elemental de cada persona, sin importar sus creencias filosóficas, religiosas y políticas. Son lo mínimo que cualquier persona en el mundo requiere para poder llevar una buena vida, es decir, desarrollar sus proyectos.

La Health Impact Fund es uno de los programas más recientes bajo la dirección de Pogge, su misión es poner a disposición de las clases más bajas medicamentos altamente especializados. El acceso a la salud es un derecho básico de la humanidad y no solo las instituciones públicas pueden ofrecerlo. Sería idílico que las organizaciones privadas pudieran enfocarse más en su impacto social que en el financiero, pero al tratarse de empresas dar ese giro es algo sumamente complicado. La HIF motiva a las farmacéuticas a actuar y pensar socialmente, dando al costo sus medicamentos. El objetivo principal son las personas en situación de pobreza, pero a largo plazo se quiere hacer de este programa algo que aplique para toda la gente, sin importar el ingreso y posición social.

El mensaje de Pogge es optimista. Toda una base filosófica está detrás de sus acciones y de sus palabras. Sin embargo, en la mayoría de los casos, no es necesario aludir a ese bagaje intelectual para entender que actividades como esa deben reproducirse en más y más ámbitos. Tampoco es necesario esperar que cada gobierno en cada país se haga cargo de esos asuntos, claro eso sería lo ideal (por eso Rawls pensó durante años cómo crear un sistema de justicia que garantizara esa clase de derechos).

Digo que este mensaje es optimista porque me recordó que antes que ser “yo” soy parte de la humanidad y debo hacer lo que pueda por promover o proteger los derechos de otros que quizá se encuentran en una posición menos privilegiada. Lo que se pretende es entablar un diálogo con las personas y las comunidades que les haga ver que poseen el mismo valor que cualquier otra persona en el mundo y que son tan capaces como cualquier otra de hacerse un plan de vida y realizarlo. Los Derechos Humanos están para recordarnos eso y hacer uso de nuestra posición privilegiada para apoyar a quienes no pueden salir de su situación debido a este tipo de limitaciones.

Me parece que los derechos humanos forman parte de lo que un ser racional puede afirmar como justo para todos dentro de una sociedad en la que no podemos saber con certeza si nosotros o nuestra descendencia será parte de los afortunados o no.

Recordé que esta clase de ideas tienen a ser controversiales, ya que se tiende a entender al hombre desde una perspectiva más hobbsiana y menos racional. Difundir estos programas implica esfuerzo, no lo niego, pero es posible. El hombre no es lo que decía Hobbes que era, por más que su teoría tenga elementos de gran interés para la filosofía política. Un sistema basado en la desconfianza no asegura la justicia en la sociedad.

Aún queda camino por recorrer en cuanto a la difusión, comprensión y aceptación del proyecto rawlsiano. Las obras de intelectuales como Amartya y Thomas mantienen en alto el papel de los filósofos en la sociedad como pilares de las grandes ideas y acciones de los hombres. Llenando de ilusiones mentes como la mía y de tantos egresados de filosofía que siguen haciéndose de un camino en un mundo plagado de genios y visionarios.