Son muchas las personas que en medio de cervezas, música y cafés me han escuchado decir la frase: “van a empezar a pasar cosas muy chingonas en la ciudad”. En verdad lo creo. No escogería vivir en ningún otro lado del mundo por los próximos cinco años. Pero después de varios meses de decirlo, me pasa que cada vez que escucho las palabras salir de mi boca, éstas vienen acompañadas de una pregunta: ¿Cuándo? Hace dos jueves, a la mitad del concierto de Big Big Love y Joaquín García & The Local Universe en la casa de Verano Local, durante algún momento en el que ocho personas compartían un escenario de dos por tres metros y una banda tocaba la canción de la otra como si fuera suya (durante esos seis minutos lo fue), por primera vez me quedó claro que ya están pasando.

Todo está en la colaboración, en los colectivos, los espacios comunes y el espíritu abierto y lógico de saber que si alguien más está haciendo bien las cosas no significa competencia, sino buenas noticias, una nueva plataforma, oportunidades e ideas frescas que pueden ayudar a que otros proyectos bien hechos crezcan más rápido. Hablar y que se escuche más fuerte. Esa es nuestra identidad, esa es nuestra apuesta, de eso se trata y se tiene que seguir tratando nuestro intento de generación.

Esa noche no sólo se trató de Joaquín cantando “The Line”, o de que el set de Big Big Love haya sido el mejor rock n’ roll que he visto en un buen rato en este país. Hubo todo una cadena de elementos ligados que la hicieron una noche importante e inolvidable, con todo y sus fallas. Y no es esto un intento de auto-alabar a Pedro y el Lobo, que poco hizo además de escoger a las bandas, poner el póster e invitar a la gente, sino de celebrar todo lo que hay y nos gusta a nuestro alrededor.

Veamos. El contexto era Verano Local, un proyecto creado y llevado a cabo por Distrito Global y Sicario, dos empresas que de haber existido hace dos décadas probablemente no hubieran hecho más que tirarse mierda. Existen hoy, y juntas armaron tres semanas de eventos continuos, convocaron a colaboradores en los que creen y nos prestaron un espacio que ellos mismos se encargaron de arreglar y dejar hermoso. Un edificio derruido que durante un rato será foro de conciertos, sala de cine, comedor, bar, galería y varias cosas más.

Detrás del sonido de las dos bandas estaba Roger, ingeniero de sonido que a su vez tiene una banda llamada Solitario, en la cual Santiago -vocalista de Big Big Love- está tocando la batería en sus shows en vivo. Entre el público había gente de Sabotage, la única revista que al día siguiente tuvo algo que decir al respecto, y estaban también los integrantes de Sunset Images, un grupo que a finales de este mes entrará al estudio para grabar su primer disco, el cual estoy seguro que sonará excelente. Tal vez la prenden, o tal vez  se desintegran en seis meses, pero el punto es que están pasando cosas. Que están ahí en medio de una noche aparentemente normal, en la que –seamos honestos– la barra sigue siendo el principal atractivo.

Nuestra cultura joven / emergente / llámenle como quieran está patrocinada por el mezcal y la chela. Se entiende el porqué y está bien, pero es algo que no hemos sabido manejar ni tantito y genera un rompimiento en el mensaje y propósito de cada evento que busca proponer algo nuevo. Vamos a conciertos, vamos a proyecciones al aire libre, vamos a festivales, tocadas y exposiciones, pero en cada una de ellas la fiesta le arranca el significado a cualquier cosa que requiera de un poco de atención o sensibilidad. “El plan” le gana a todo. Dame algo que hacer esta noche. Sólo dame un lugar en donde tomar.

No hay nada más chafa que las personas que consumen música y arte de una forma tan desligada, tan distante y egoísta. Que nunca por un segundo se detienen a pensar que tal vez los tipos arriba del escenario no están ahí para amenizar su plática. Y jamás les pasaría por la cabeza que el arte no sirve de nada si no das algo de regreso. Un grito al final de la canción no cuenta. El dinero de la entrada tampoco. Y sin embargo ahí están, contentos de estarlo, satisfechos de participar, sin tener puta idea en qué.

Emocionarnos por lo bien hecho, también implica voltear a ver lo chafa y entender que esta ola que sube puede tronar de muchas maneras, y todos tendremos algo que ver en ese resultado. Es fácil echarle la culpa a algo tan obvio como el párrafo anterior, pero no se vale salir, mentar madres en Twitter y ya. La escena es tuya, tú la tienes que cuidar. No puedes como audiencia esperar que te den todo en la mano y que esté chido. No puedes quejarte si no participas activamente para crear esa cultura que te gustaría tener y hacer que tu visión permee en el rumbo que va tomando.

Si te gusta la música tienes que salir por ella. Hoy hay varias bandas que tienen el talento para volverse grandes en el país que sea, pero no van a llegar a ningún lado si sus tocadas no dejan de llenarse de amigos y círculos cercanos pronto. En otras palabras, no la va a prender de repente “la nueva gran banda mexicana” si no estás ahí en el rato antes de que suceda. El Internet es la herramienta más importante que tenemos, pero a la vez es engañoso porque si no has ido a ver a alguien en vivo o convertido su música en parte de lo que escuchas y compartes día a día, un like en Facebook no significa nada. Es sólo una estadística. Y es falsa.

Si te caga que la niña de al lado hable durante todo el concierto de Andrew Bird, entonces tampoco hables cuando vayas a ver a una banda que no conoces a un bar. Da igual si estás en el Caradura o en el Plaza, lo mismo aplica si es Apache O’Raspi o Radiohead. Regla de oro: No platiques si alguna vez no te gustó que platicaran a lado de ti. Date cuatro canciones de silencio, intenta encontrar un sonido del cual agarrarte, calla a tu amigo (en buen plan), y si la banda apesta váyanse a otro lado. Busquen los venues que les gusten, métanse a ver bandas desconocidas y dejen un poco de alma ahí. Si empezamos desde los lugares pequeños y contagiamos a la gente cercana, ese problema del “shhh” se va a terminar más pronto que tarde. La escena es de todos, todos la tenemos que cuidar.

Good times to be alive. #SupportYourLocals. Cosas muy chingonas van a empezar están pasando en la ciudad.

Por: Diego Morales

www.pedroyellobo.com / @PYLrecords

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