A la pregunta de la oruga “¿Quién eres tú?”, Alicia nunca pudo contestar, principalmente porque ya no conseguía hacerse una idea de sí misma. Este pasaje puede parecer un lugar común, pero no lo es, dado que la pregunta siempre sigue vigente.

¿Quién soy yo? Yo me puedo describir de muchas maneras, pero no me parece que pueda llegar a una última descripción de mí misma, por la simple razón de que mientras intento responder a la pregunta sigo viviendo, ergo no termino de describirme.

Pero lo que trae esta pregunta de vuelta es Bartleby, no yo, este curioso personaje retratado por Herman Melville en su cuento Bartleby the scrivener, a story of Wall Street. Conocemos al escriba a través de los ojos y consideraciones de un viejo abogado de Manhattan con un despacho dedicado a ayudar a hombres ricos a resolver sus problemas legales.

Pero el narrador no esperaba encontrarse con un personaje tal peculiar. A la primera solicitud de su jefe, Bartleby responde “I prefer not to”. La situación se encuentra al borde de la sátira, ¿cómo puede decir que prefiere no hacer algo por lo cual se le ha contratado? Sorprendido, el abogado no insiste en el punto y considera que B. puede tener sus razones para preferir no hacer eso ese día.

Los días subsecuentes no cambiaron y B. no daba explicación alguna a su comportamiento, simplemente porque prefería no hacerlo. Las cosas permanecieron de esta manera hasta que B. dejó de escribir completamente. Así es, este abogado con un despacho exitoso, había contratado a un escriba que se negaba a escribir porque prefería no hacerlo.

La labor metódica del escriba quizá nos deje entender que alguien prefiera hacer otra cosa que copiar al pie de la letra documentos de gran importancia legal. Y lo que hay que destacar es que dije “otra cosa” es decir, preferiríamos tener el puesto del abogado o pasear por la ciudad con un cigarro en la mano. Pero B. no preferiría hacer ninguna de esas cosas más de lo que prefiere no hacer su trabajo.

A lo largo del cuento tanto el narrador, como el lector luchan por descifrar la raíz de esa extraña actitud. El escriba no explica nada en ningún momento del relato, tampoco llegamos a conocerlo más, no poseemos información sobre su vida, no tenemos nada. Solo al final sabemos que fue asistente del dead letter office de servicio postal de estados Unidos.

Este último suceso levanta otra pregunta ¿podría haber afectado a B. tener un trabajo tan gris? Y supongo aquí que se trata de una tarea gris, en parte porque el narrador lo sugiere y en otra porque lo pienso. Todo el correo sin enviar, almacenado en el servicio postal, de tantas personas fallecidas y destinado a transformarse en ceniza puede sembrar un poco de melancolía en uno.

Palabras que pudieron transformar muchas vidas, destinadas a existir por más tiempo eran quemadas antes de que pudieran cumplir su función comunicativa. Los muertos se iban sin leer aquello que otros querían que supieran. Miles de cartas hechas cenizas en un instante, miles de mensajes fracasados. Y pensar que B. tendría que reproducir miles de letras en su próximo trabajo, parece demasiado.

Las reflexiones en torno al posible peso de cambiar de trabajo de manera tan drástica va más allá de mi mente y la del narrador. No sabemos nada de B. no podríamos decir la impresión que eso tuvo en él. Pero, ¿quién es él?, si es el escriba, su descripción sería muy curiosa, puesto que no escribe y ¿un escriba que no escribe puede decirse tal? ¿Es el asistente del dead letter office que ya no quema cartas, sino que reproduce documentos legales carentes de todo sentimiento y toda emoción?

Bartleby es esa persona de la que todos tenían miedo porque no explicaba nada ni hacía nada porque prefería no hacerlo. Sin embargo eso no basta para describir a una persona, eso no llega a señalar al “yo” que uno intenta conocer. Si la oruga le hubiera preguntado a Bartleby ¿quién eres tú? apostaría que preferiría no contestar.

¿Y por qué? Porque está confundido como Alicia o porque la pregunta no le interesa. Si es lo primero podemos llegar a algo (o no) a través de ciertos ejercicios de reflexión y análisis. Si es lo segundo tengo todo un tema nuevo que exponer con respecto de Melville y de Bartleby: la indiferencia.

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Chloe Nava E.