“Says one time he went out in the wilderness to find his own soul, an’ he foun’ he didn’t have no soul that was his’n. Says he foun’ he jus’ got a little piece of a great big soul. Says a wilderness ain’t no good, ’cause his little piece of a soul wasn’t no good ’less it was with the rest, an’ was whole.”

- JOHN STEINBECK, THE GRAPES OF WRATH

Como siempre, empezamos con una cita. Esta vez de Steinbeck, autor que debe ser leído por todos los seres humanos con corazón nacidos después de 1900. Pero, volvamos a empezar. Esta es una historia de tres actos, y un poco de historia. En los trágicos treinta, los campesinos de Oklahoma sufrieron la devastación de la Gran Depresión, sumada a una terrible sequía que destruyó sus tierras, que terminaron en manos de los grandes banqueros. Todos ellos, sin tierra y con serios problemas de pobreza, migraron al oeste, a California, a buscar nuevas oportunidades trabajando para grandes terratenientes. Ahora bien, este es el contexto de una historia mucho mas grande, y en muchos sentidos comprehensiva de lo más humano.

John Steinbeck, el primer actor de esta aventura, fue un novelista y escritor norteamericano profundamente interesado en temas sociales. Escribió la novela que contiene la cita que presento en el epígrafe, Grapes of Wrath, sobre Tom Joad y su familia, migrantes Okies que después de una gran sequía terminan endeudados con los banqueros y deciden abandonar sus tierras para buscar una mejor vida en California. Se van a trabajar en lo que mejor sabían hacer, el campo. Su viaje a California es duro y hacinado; compartiendo un espacio en la camioneta juntan sus esperanzas. Mueren los abuelos en el camino. Y la llegada no es más feliz. Se encuentran con una tierra apropiada por grandes terratenientes. Hay tantos hombres, mujeres y niños dispuestos a laborar (migrantes de Oklahoma, México y otros lados) que los capitalistas pueden pagarles una miseria sin temor a perder trabajadores. Es una tragedia de lo más real y cruda.

Esa es la novela de Steinbeck. Gris y desgarradora, producto de la gran depresión. Pero el cine de Hollywood es otro medio, con ambiciones de otro tipo. La adaptación de John Ford es mucho más esperanzadora. Tal vez porque se realiza en otra época, una de crecimiento económico y New Deal. Tal vez los finales felices venden mejor, y no hay más. El icónico y horrendo final de la novela está ausente en el filme, y no creo que nadie se atrevería a decir que esto es algo malo. La dirección de John Ford pasa por arriba de toda la obra dándole una ternura muy compleja que durante años los críticos y estudiosos del cine se han dedicado a analizar. Esta historia llegó a los cines y por lo tanto a los ojos y mente de Woody Guthrie.

Woody Guthrie, mayor exponente de la verdadera música folk del siglo XX, decide resumir esa gran historia en una canción. Es una tonada repetitiva, melodiosa y feliz. Para el que nunca se enteró de la novela y la adaptación al celuloide, la canción de Woody debió ser algo tan autentico como cualquier otro relato tradicional. Woody logra resumir el tema de la obra de una manera genial. A fin de cuentas Guthrie conoce mejor la historia que el mismo Steinbeck. Él la vivió de primera mano, por eso  tal vez su versión es la más genuina, volviendo prácticamente inútiles a las anteriores iteraciones.

Todo esto viene a un tema muy particular. El epígrafe de este artículo es una versión más de esa gran lección de los antiguos sabios. Que las partes existen solo para que la totalidad pueda ser. “Somos parte de una gran alma”, escribió Steinbeck, como para dar consuelo a sus personajes, enfrentando vidas tan desdichadas como la del Job bíblico. ¿Qué hace Ford? ¡Lo mismo!, nos presenta una colección de pequeñas almas con motivaciones personales y una unidad indeleble, que vence todos los obstáculos.

Eso es el folk, la voz de todos, que se va formando de todas las voces que en él han construido. Una canción folk por definición no puede tener un autor, es producto de años y generaciones. Viene desde los antiguos indoeuropeos, pasando por los sajones, los escoceses, irlandeses y finalmente los norteamericanos. Todas las culturas del mundo tienen una historia en común que es lo humano, y eso es el folk.

Los dejo con la interpretación de Woody Guthrie:

 

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Jose L. Isoard es un prolífico escritor, cineasta, fotógrafo, actor, deportista, héroe, maestro cervecero  y medianamente buena persona.