¿Qué hace Galileo Galilei contando los puntos en un partido de tenis?, ¿Qué tiene que ver la nieta de Cortés con las trenzas de Ana Bolena? Las respuestas, tal vez, están en Muerte Súbita de Álvaro Enrigue.

 El primer registro escrito de la palabra “tenis” fue en un documento de excomunión y Caravaggio además de ser un pintor que revolucionó el arte de su tiempo era un magnífico jugador del deporte que antecedió a lo que es hoy el tenis. Fueron los dos datos, que según Internet*, bastaron para que Álvaro Enrigue escribiera una historia que se desarrolla en la época de la Contrarreforma, en la que tienen que ver personajes como Vasco de Quiroga y Tomás Moro, por mencionar algunos.

Es suficiente con decir que ganó el Premio Herralde de novela 2013 para ahorrarme la explicación sobre el estilo impecable y el excelente uso del lenguaje, que además para eso están los expertos. Mejor escribo sobre la experiencia que fue leer uno de las mejores novelas que han caído en mis manos últimamente.

Empieza. Brevemente el narrador nos habla sobre el orígen de la palabra “tenis”, de los Converse que su mamá detestaba y los Adidas de su hijo. De la mala fama y el status quo negativo  que han ganado los zapatos deportivos.

Continúa. Ahora somos espectadores de un partido de tenis que se juega en 1599, un poeta español contra un artista lombardo, con reglas tan diferentes que actualmente sería inconcebible un juego de esa naturaleza. En ese entonces era un deporte violento donde se jugaba la dignidad y se apostaba la vida, más parecido al juego de pelota prehispánico donde el ganador era sacrificado. La trama se va haciendo cada vez más intrincada, aparecen Ana Bolena y su ejecutor, un maestro amateca que trabajaba para Moctezuma y Carlos I, todos estos nombres y sus historias se van entretejiendo y coincidiendo casi por mera casualidad como pasa en la vida, mientras el partido va conectando todos los puntos de la novela que nos lleva de Europa a la recién conquistada América y de regreso.

En realidad, creo que nunca llegas a saber exactamente de qué va la trama o por lo menos no nos queda del todo claro, pero una intervención del mismo narrador que nos contaba de sus Converse, asegura que él tampoco lo sabe y eso tranquiliza. A pesar de no saber exactamente a qué puerto nos lleva este barco la historia es buenísima y atrapa más con cada página que pasa. Se convierte en uno de esos libros que no puedes dejar hasta que lo terminas.

Libros como éste nos hacen ver que la Historia (con h mayúscula para referirnos a la disciplina que estudia el pasado), no es simplemente una columna de causas y otra de consecuencias, son decisiones que tienen más que ver con el egoísmo o conveniencia propia de quien está en el momento y lugar adecuado para tomarlas y sin saberlo cambiará el rumbo del mundo, que con buscar cualquier tipo de bien común. Es mucho más interesante, profunda y llena de humanidad (pasión, amor, venganza) que una lista de fechas.

Qué importa si los datos no son exactos o si se han tomado y modificado para crear una historia como Muerte súbita. El chiste es poder imaginar cómo pensaban y qué movía a las personas que tenían en sus manos el poder de tomar las decisiones que le dieron al mundo un rumbo definitivo y que lo moldearon para convertirse en lo que es hoy. En este sentido, Álvaro Enrigue hace un ejercicio increíble que logra contagiar al lector y lo deja con ganas de más.

* http://www.eluniversal.com.mx/cultura/2014/alvaro-enrigue-muerte-subita-979857.html

Pía Gómez Escalante