Es común que al encontrarme con un texto de una naturaleza nueva mi espíritu se quede perplejo ante su peculiar manera de exponer al mundo. Lo que pasa después es que casi todo se me presenta ante ese nuevo lente y sin quererlo parte del mundo se desenvuelve ante mis ojos bajo una perspectiva peculiar.

L’histoire de l’oeil o The Story of the Eye de Georges Bataille es el libro culpable en esta ocasión de mi perplejidad ante el mundo. La peculiar forma del autor por exponer lo más vil del hombre a través de la risa me hizo repensar el porqué de la risa y su lugar en nuestras vidas. Y como he estado buscando la respuesta un poco en todas partes pues he encontrado indicios también regados un poco en todos los lugares.

Primero me encontré con Bergson, después con una presentación de Stand-Up Sin fronteras y por último con mi propia psyché.  El ensayo de Bergson Le Rire (La risa) analiza lo gracioso, no las cosas que nos parecen cómicas, ya que per se estas no tienen la cualidad de provocar la risa. El hombre, explica Bergson, se ríe de situaciones, personas, animales y de objetos cuando los relaciona con su universo. Nos podemos reír de una nube con forma de pipa porque es un sinsentido que haya una pipa en el cielo. Los errores o accidentes también nos pueden causar gracia, la línea causa-efecto se rompe y da lugar a una situación fuera de contexto. Lo único que se requiere para encontrar graciosos estos eventos es que estén desapegados de nuestras emociones, para apreciar solo con nuestra inteligencia el singular lugar que ocupan.

La presentación que vi en Stand-Up Sin fronteras fue de Laureano Marquez[1], su discurso aplica para Venezuela y América Latina. Claro me reí, pero en realidad ninguno de los temas tratados eran risibles: inseguridad, cuestiones políticas y sociales en Latinoamérica, comparación entre primer mundo y en desarrollo, entre otras cosas. La comedia hace de las críticas algo más fácil de asimilar, llega de forma más espontánea que un ensayo o un discurso. A no ser que se tome como un ataque personal, la risa es la mejor forma de dar a entender un punto. Toca el límite entre lo trágico y lo irónico; lo que es y la manera en que nos afecta y lo que debería ser.

The Story of the Eye es una obra peculiar y controversial. No al modo de los realistas franceses, la pluma de Bataille es mucho más osada. En su libro todos los líquidos del cuerpo tienen un papel erótico: el sexo, el semen y los líquidos vaginales son relacionados con las excreciones y la violación. La historia lleva a situaciones extremas a los personajes, desgraciadamente no impensables, en las que pone entre paréntesis todo juicio ético. Georges sabe como seducir al lector, le presenta una escena erótica y cuando este se siente cómodo cambia el discurso: el sexo se convierte en algo desagradable lleno de orines, lágrimas y mucosidades. La sorpresa de tal evento provoca cierta risa, alguna incomodidad y finalmente una puesta en paréntesis de la realidad ¿podemos gozar de la existencia sin dar rienda suelta a nuestras pasiones más bajas? Y lo que quizá sea más importante contestar ¿tendría sentido este tipo de existencia?

Lo que Bataille buscó era justamente nuestra risa, así como la incomodidad intelectual de los lectores. Pero su humor es trágico, no hay nada divertido en el libro y a pesar de ello pueden escaparse algunas carcajadas durante la lectura. Ninguno de los personajes exhibe algún tipo de sentimiento lo que quizá hace más sencillo el acercamiento a ellos, es fácil verlos no como personas sino como objetos que hacen cosas aparentemente humanas. Lo que se despliega a lo largo de las páginas es un constante cuestionamiento sobre el sentido de la existencia humana entre lo mundano y lo espiritual. Y lo risible es que no podemos responder a ese cuestionamiento sin caer en ciertas contradicciones. No podemos acertar una sola respuesta sin hacer frente a la falta de centro que tiene nuestro universo y que seguimos buscando a pesar de saber que seguramente no existe.

Así que me he puesto a pensar en la risa de la gente que me rodea en la calle, con la que comparto el transporte público, quien está conmigo en el cine e incluso la mía. Nos desapegamos de nuestras emociones para contemplar lo ridículo, ya sea de nuestras acciones o de las ajenas, ¿pero qué más buscamos? ¿Podemos realmente ocultarnos en la risa de la tragedia?

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Chloé Nava E.


[1] https://www.youtube.com/watch?v=lcveU8OyDyU&feature=youtu.be