*Esto es un escupitajo de ideas y opiniones que no necesariamente llevan a algo.

En noviembre encontré ¡Somos lo mejor! una de mis películas favoritas del año pasado, fue en la Muestra de la Cineteca y llevaba estos meses esperando su estreno comercial pero hasta ahora me di cuenta que eso no va a pasar. Esto me hizo pensar en la forma en la que en México consumimos cine. Empezando por Hollywood, somos una de sus taquillas más importantes a nivel mundial, nos llega y vemos todo lo que hacen: maravillas y también chatarra, mucha. Cada semana las salas se llenan de sus estrenos, sin juzgar si es bueno o malo,  simplemente ocupan mucho espacio, limitando el acceso a otras propuestas.

Pero aquí me voy a referir a lo que se hace en el resto del mundo, incluido nuestro país y a la forma en la que consumir otorga estatus. Para que nos enteremos de la existencia de alguna película, tiene que pasar por muchos filtros. Festivales de cine, premios, distribuidoras que confíen en el proyecto, y estén dispuestas a comprarlo, etc. Es decir, mucha gente ya decidió si valía la pena o no que el producto llegará hasta nosotros. En México estos filtros necesarios, pues es imposible contar el número de filmes que se hacen al año en todo el mundo ni hablar de querer verlos todos, tienen criterios limitados y basados en el beneficio comercial más que en la calidad de las obras presentadas.

¡Somos lo mejor! es sobre dos mejores amigas que quieren formar una banda de punk. No saben nada de música pero eso no es importante cuando se tiene 13 años. La película explora las dudas, crisis y certezas comunes a todo adolescente en el planeta. En hora y media no dejas de reir, de encariñarte y de pasarla bien junto a estos extraordinarios personajes. Es el tipo de película que piensas que te hubiera gustado hacer y no creo ser la única que piensa así. Y ya. La disfrutas, sales del cine y a lo que sigue, no es necesario (aunque se podría) hacer una disertación sobre la historia. Mi punto es, en todos lados se producen historias sencillas, ¿por qué limitarnos tanto y ver sólo las norteamericanas?  Lo sé, el cine es un negocio pero todo esto se convierte en un círculo vicioso, sólo se vende lo que se consume y el ciclo funciona.

En el cine específicamente existen los nichos de mercado es decir todas las películas tienen un género para que el público pueda escoger sin muchos problemas el tipo que le gusta y así tiene más oportunidad de ver algo que seguramente lo va a dejar contento. El problema es cuando abusamos de esta segmentación, para dividir al tipo de consumidor entre bueno y malo, entre inteligente y tonto. Es decir, lo que consumes,  te cualifica como mejor o peor persona. Se ha generalizado la idea de que no cualquiera puede entenderlo ni aguantarlo y eso lo ha alejado del espectador promedio. Para ilustrar mejor este punto voy a utilizar un ejemplo de las librerías Gandhi y lo que hicieron con su publicidad. En primer lugar, encontraron que la gente no entraba a las librerías porque les daba miedo, sentían que las cubría cierto aire de solemnidad y creían que no encajarían ahí. Simplificado el problema la solución fue aún más fácil, vender la lectura como algo lúdico y de fácil acceso para todos. Es justo eso lo que me gustaría que pasara con el cine, que se quitaran tantas etiquetas y se entienda que no todo lo que viene de fuera, sin contar Hollywood pues ya lo mencionamos, es pretencioso y mamón. El fin más importante para mí es que se amplíen nuestras opciones y criterios. Ojo, tampoco me refiero a obligar a nadie a que le guste todo lo que se hace.

Repito, aquí sólo expongo algunas reflexiones sobre lo que me gustaría encontrar en la cartelera de cine, que es simplemente una oferta más variada. Y sí, para eso es necesario que dejemos de colgarnos del arte para buscar tener cierto estatus y entender de una vez por todas que el sólo hecho de leer, ver o consumir algún tipo de contenido no te hace una mejor persona, más inteligente, ni más guapa.

-

Pia Gomez