Hemos tenido un gran establecimiento. Unos lo llamaban, algunas veces con  cariño otras no,  tugurio, otros el paraíso, en realidad era un gran establecimiento, versátil y permisivo como ningún otro en esta gran ciudad. No era gran cosa, cabañita de madera y vidrio en un inaccesible acantilado de placer. Para llegar era tan difícil como se le buscara, y cuando llovía había hasta que nadar entre el fango, pero siempre había calor humano y buena parranda dentro de sus poco practicas puertas.

Transitaron varios sucesos en él, primero fue una fabriquita de fermentos, luego los fermentos pasaban a manos de grandes personas por mínima retribución para ser combustible de la noche, como locomotoras de diversión se consumía. Botellas variadas fueron apareciendo, tamales y botanas, mezcales y aguardientes. También fue cine un par de veces, sin palomitas pero de nuevo con fermentos y habladurías, fue salón de fiestas y salón de juntas. Gran escenario improvisado para cuanto músico osara tocar, desde guitarra sin voz, hasta mezcla cósmica electrofónica. Unicornios y Joaquinos.

Había una larga lista de registro, donde como banco se tomaban las notas de los clientes, se subsidiaba a los pobres y a los trabajadores con dulces bebidas, se recibía algunas veces más de lo necesario, nunca faltó, nunca sobró. Bueno a veces si faltaban algunas bebidas, pero cerveza siempre hubo, mal que bien.

La improvisación con la que se fue dando lo fue llenando, desde todos los rincones del mundo extraños adornos fueron a colgarse a sus paredes, se convirtió en el lugar de varios. Pináculo para muchos, invaluable y piedra angular en desarrollos, amistades y canciones. Se fue llenando, cada vez mas y cada vez mejor, lo permisivo lo hicieron un lugar bastante libre, sin impuestos ni el ojo huracanado de papa gobierno, los placeres y las lujurias tanto de sustancia como de carne se daban rienda suelta. Eso sí, casi nunca se rompían vidrios, al menos que fueran autorizados, y entonces daban importancia y parteaguas nocturno.

Al ser independiente, libre y rozando la anarquía, siempre existía el changuito de la fuerza jabalí. Ésta rondaba las calles aledañas en busca de carroña pero siempre estuvimos protegidos, protegidos por un bosque mágico que se interponía entre la civilización y nuestra tierra de fantasía. Grandiosa circunstancia que permitió lo que pasó. Fuera de algunas tétricas crudas y desastres pequeños nunca salió mal. Tal vez fueron los demonios hartos de que les tiren mierda en este mundo de moralidad monoteísta. Tal vez fueron ellos los que se dieron chance de estar en paz.

Tras la barra uno se vuelve amigo y confidente de todos y ayuda en lo que puede, cansado pero divertido, y claro como en ningún lugar todos podían embriagarse en placer, felicidad y parranda. No había quien estuviera alienado de la felicidad. Ya me imagino las historias que circulan y las que circularan, cuando ancianos presenciemos nuestro pasado y podamos vislumbrar en la polvorienta memoria aquellos días de libertad, sin rendir cuentas ni responsabilidad. Como todo las cosas deben pasar, y debemos dejarlas ser, llevar lo que queramos con nosotros y hacer a un lado lo que no. Yo creo que me llevare todo lo que pueda, hasta la devastación mañanera tras tremendas parrandas como nunca veremos igual.

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Jose Puig

Gracias a todos. Los dejamos con unas rolitas que fueron himnos, cánticos o tradiciones. No son todas, no son ni una milésima parte de lo que se escuchó, pero nos vienen a la mente porque algo son (dejamos los links solitos para que sea sorpresa abrirlos):

http://www.youtube.com/watch?v=lcOxhH8N3Bo

http://www.youtube.com/watch?v=5OGnvM3WHPw

http://www.youtube.com/watch?v=j5oaCPCqN3Y

http://www.youtube.com/watch?v=Ugo2FRSMdZE

http://www.youtube.com/watch?v=CqM11bt9QvI

y la última mas en el corazón…

http://www.youtube.com/watch?v=qB4ZkZoT2O0